Bienvenidxs

Somos Pablo y Gabriela, artistas fundadores de Gurda Producciones. Amamos el arte en todas sus formas y expresiones. Encontramos en el Blog una nueva forma para expresar lo que sentimos. En este contexto particular de pandemia la escritura nos permite plasmar ideas y abrir canales de diálogo con ustedes. Compartimos este espacio con la artista plástica Liliana Esperanza, que con sus colores puso imagen a nuestras letras. ¿Nos acompañan?

El otro lado de la tostada

Hoy es uno de esos días en que me levanto sin ganas. Todo me cuesta… me quedo un rato más en la cama, no escucho ni leo noticias, y me tomo mi tiempo para el ritual del desayuno en el horario del almuerzo.

Está nublado y hace frío. Por momentos llovizna y mientras unto las tostadas veo a través de la ventana el movimiento de los árboles sin hojas: hoy el viento sur arremete y mi cabeza se hunde en pensamientos oscuros.

¿Cuántas semanas pasaron ya de encierro? ¿qué tiene preparado el destino para mí? ¿cuánto peor puede ser todo aún…? ¿Cómo era esa frase que me decía siempre mi viejo? Ah, sí: “nada es tan bueno y tan malo como parece hija”. 

¡Claro! Ahora todo se me presenta bajo otra perspectiva. Entro en un vértigo cual pelotita de ping pong entre dos paletas de adversarios muy reñidos y mis ideas van de un lado al otro:

Qué malo que no puedo ir a ensayar… qué bueno que no me tengo que encontrar patinando en el sudor de mis compañerxs.

Qué malo que no puedo ir a milonguear… qué bueno que mis metatarsos no se llenan de callos por usar los tacos muchas horas seguidas.

Qué malo que no puedo ver a mis amigxs… qué bueno que tengo tiempo para hacer una videollamada con los que viven afuera.

Qué malo que no puedo ponerme el vestido nuevo de show… qué bueno que puedo comer torta fritas cuando llueve.

Qué bueno que mis elecciones existenciales pasen por dormir la siesta o descansar en el sillón, por ponerme las pantuflas o andar descalza.

Qué bueno que veo decenas de memes durante el día y me muero de risa. 

Qué bueno que no tengo que correr tras el colectivo, tirarme arriba del tren y entrar a los empujones al subte para poder llegar a horario.

Qué bueno va a ser disfrutar el reencuentro con la familia después de haberlos extrañado tanto.

Y entonces, qué bueno que puedo pensar en mis emociones, recordar la frase de mi papá, conectarme con lo que me pasa, con mis sentimientos, con el viento y con el frío.

Después de ese ir y venir frenético de los pensamientos llega la quietud. Todo decanta. Me queda la sensación de haber ido y venido mil veces, haber navegado aguas turbulentas y encontrado el remanso… Uy! Se me cayó la tostada al piso… ¡qué bueno, tenía ganas de comer tortas fritas!.

Gaby Trapanotto

 


Desorbitada

Liliana Esperanza 

Octubre 2020

 

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