Bienvenidxs

Somos Pablo y Gabriela, artistas fundadores de Gurda Producciones. Amamos el arte en todas sus formas y expresiones. Encontramos en el Blog una nueva forma para expresar lo que sentimos. En este contexto particular de pandemia la escritura nos permite plasmar ideas y abrir canales de diálogo con ustedes. Compartimos este espacio con la artista plástica Liliana Esperanza, que con sus colores puso imagen a nuestras letras. ¿Nos acompañan?

Mí primera guitarra

Mi primer acercamiento a un instrumento musical fue más o menos a los nueve años. Insólitamente fue en mi casa. Había una guitarra colgada sobre la pared de un cuarto donde se guardaban cosas que nadie utilizaba: retratos que hacía mi vieja, una bicicleta con las gomas pinchadas, muebles, un colchón, algún electrodoméstico que no funcionaba, una cama que se había roto y mi viejo la había cambiado por una nueva, un ventilador que se bajaba para las épocas de verano y otras cosas inútiles tapadas con sábanas. Adentro de un placard, guardábamos la caja de herramientas pero la guitarra estaba colgada, llena de polvo, en la pared.

Para acceder a ese cuarto debíamos salir a un patio, subir una escalera y pasar una pequeña terraza. Siempre lo hacía de día, porque hacer todo ese recorrido de noche no era muy placentero para mí, había poca luz y no me llevaba bien con la oscuridad. Yo subía cuando mi viejo me mandaba a buscar alguna herramienta, una francesa o un Philips para arreglar alguna cosa de la casa que se rompía. Siempre que subía la miraba, sin cuerdas, con la boca de la guitarra mirando hacia afuera, colgada de un clavo, hinchada de humedad y con un agujero en la tapa como si tuviera un cierre de campera abierto desde donde comienzan los aros hasta donde encastra el mástil.

Le pregunté a mi viejo de donde había salido esa guitarra, por qué estaba abandonada y nadie la había tocado nunca. Me contó la historia. La había ganado en un concurso de televisión donde participó con sus compañeros de la escuela pero nunca jamás se le había ocurrido ni  rasguearla. Ahí quedo, arrumbada, de adorno, pegada a la pared sin ninguna protección, en un cuarto húmedo y frio. Lo llamativo para mí, era que alguien se había dignado de poner un clavo y colgarla como un objeto decorativo, como quien cuelga un cuadro, esto me parecía Increíble.

Emprendí mi experimento. Por un lado por curiosidad y por otro porque sabía que era un proyecto solo mío, nunca nadie me había preguntado “¿te gustaría estudiar un instrumento?”. Esta curiosidad que nacía dentro mío me llevó a pedirle a mis viejos estudiar con algún profx y prometí  que yo iba a arreglar esa guitarra, seguro mi profx iba a saber cómo ayudarme. Me prometí que ese objeto decorativo dejaría de serlo. Compre "la gotita” para pegar la tapa y un clavijero nuevo, porque el que estaba no iba a resistir la tensión de las cuerdas. El óxido era tal que no dejaba que las clavijas giraran y los plásticos de los extremos estaban tan tensos que estallarían en pedazos.

Cuando terminé de repararla, sentí que casi había salvado una vida humana, que había logrado mi primera obra de bien, mi primer proyecto serio…. mi primera guitarra. Sentí algo que nunca había sentido antes: yo podía transformar  un objeto abandonado en un objeto para hacer música, le di el valor que merece un instrumento, hacer música y no un adorno colgado en la pared. Compré Blem y una franela naranja. La lustré durante días, hasta lograr que brille como el oro. Pero faltaba algo importante, mi profx me había sugerido esperar dos o tres días después de ponerle las cuerdas para que la tensión en 440hz no reventara el pegamento de la tapa y saltaran.

Esperé esos días como quien espera un milagro, la tenía junto a mí, a los pies de la cama y rezaba para que no se abriera, de vez en cuando rasgueaba muy despacito las cuerdas “campana sport” para ver si sonaba, se veían tan brillantes!

Por fin tuve mi primera clase de guitarra, sentí que algo comenzaba, una relación inseparable con aquella casa Núñez del año 1969 reparada con la gotita, con clavijas viejas, cuerdas nuevas y una funda que me prestaron para guardarla. 

Debo decir que la conservo intacta, no la toco por su deterioro natural y de alguna manera volvió a ser aquel objeto decorativo, pero sin dudas, de todas mis guitarras, es la que más quiero... mi primera guitarra.

Pablo Moro

 


 

Proyecto concretado

Liliana Esperanza 

Octubre 2020 

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