¿Qué pienso?: Nada.

Acá estoy, de nuevo sentada trabajando con la computadora, y tras la ventana los árboles. Sí, los de siempre. Pero ahora sus hojas están verdes, frescas y nuevas. Ya pasaron de tener hojas marrones y secas a estar sin ellas, y luego volvieron a salir capullos verdes, frondosos. Llegó la primavera y como les gusta decir a quienes llevan cuentas de todo: ya pasaron 3 tercios del año.

Idas y venidas emocionales, relajo, hastío, ardor, bravura, llanto, tristeza, angustia, decepción, ilusión, novedad, rutina, camisón.

Junto con el año, todo eso pasó: una montaña rusa de emociones. ¿Y el tango? ¿Cuándo volvemos a las milongas? ¿Cuándo volvemos a abrazarnos? En momentos negativos pienso que esto es tremendo y que nunca va a pasar. En momentos naive pienso que lo peor ya pasó, que sólo queda acomodarse un poco y volver. Y en momentos racionales me digo que hasta que no haya vacuna efectiva, no vamos a poder. “y no hermano, nos tocó la mala”.

Y yo, mientras miro las hojas renacer, cumplir su ciclo, ¿qué pienso?: nada. Y todo. Todo eso junto a la vez. Me inquietan el hoy y el qué vendrá.

Cuando pongo en la radio un tango no puedo más que arrancarme de la silla y hacerme un par de ochos mientras voy a la cocina a poner la pava. Una barrida, un voleo esquivando cualquier cosa que pueda golpear, y dale que va. Me da nostalgia, me angustio, y me entran a tallar los recuerdos.

Llamo sin preaviso a mis amigxs del otro lado del globo y charlamos tendido. Siento algo parecido al alivio: en cualquier lugar a los tanguerxs nos pasan las mismas cosas.

Y ahí recuerdo el ciclo de las hojas de los árboles… después de secarse, se caen y en un tiempo vuelven a nacer, con mucha fuerza, color y presencia. Son muchas y están juntas, son parte de un todo: el árbol. Así, como la comunidad tanguera. Me doy cuenta de que no estamos solxs. El reencuentro es sólo cuestión de tiempo, pero seguimos juntxs, con las mismas ganas.

 

 

Nuevo Día

Liliana Esperanza 

Noviembre 2020